viernes, 4 de octubre de 2013

Transandalus Cadiz. Verano 2013 "Como tengo el fufli"

Más vale tarde que nunca y como lo bueno se hace esperar por fin está aquí la crónica del gran viaje que emprendieron a través del litoral gaditano estos cuatro magníficos con sus inseparables compañeras de aluminio cargadas hasta los topes, para que quede constancia de otra aventura llevada a cabo por nuestro grupo MTB La Carrera. Aquí os dejamos un resumen de lo que pasó en esos cuatro días:

Tras una tarde ajetreada, llena de continuos cambios de decisión, dudas e incertidumbres se montaron las bicis en los dos coches que nos llevarían hasta el pueblo de Los Palacios y Villafranca, a 20 kms al sur de Sevilla, de una Villafranca a otra, 170 kms de carreteras vacías y noche oscura solo interrumpida por nuestro convoy ciclista camino a la perdición, porque también nos perdimos, pero eso lo contaremos más adelante.

Llegamos, todavía era de noche y comenzamos el  silencioso ritual de desmontar las bicicletas de los coches, equiparlas, equiparnos nosotros, comer algo, hidratarse y estirar un poco. Dormidos, pero con ganas, empezamos a rodar, estamos fuera del itinerario de la Transandalus y tenemos que recorrer unos kilómetros hasta enlazar con ella, salimos del pueblo y empezamos a rodar por una pista recta y plana en su definición más absoluta, nos compadecemos de los pobres ciclistas de la zona, ¡Y nosotros nos quejamos de nuestros llanos!… entre cultivos de regadío y nubes de voraces mosquitos avanzamos rápido, hasta que, por fin, entre los eucaliptos y de repente, entra en la escena un rió majestuoso: el Guadalquivir, nuestro inseparable compañero a nuestra derecha durante casi todo el resto del día. 

El camino nos regala otra visita, aunque más bien el regalo fuimos nosotros para él, Manolo, ciclista de Dos Hermanas, que nos alcanza por detrás con peor cara que piernas y deseando de encontrar compañía, nos cuenta que va a Chipiona, que esta ruta la ha hecho un par de veces y nos confirma que al menos hasta Sanlúcar nos esperan 50 km de lo mismo, llano y recta. Se nos hacen amenos estos kilómetros, paramos a comer y nos despedimos de Manolo, no sabemos si llegaría o no a su destino, esperemos que esté bien.

Seguimos rodando por esta pista, que ya empieza a tocarnos los co..*#! tanta recta, “Como tengo el fufi!” exclama el Presi, no era para menos, encima el sol empieza a castigar, sin embargo la ruta es benévola y nos regala un tramo del parque nacional de Doñana, el cambio en el paisaje (y el vino de la bota) aumenta nuestro ánimo y fuerzas, además ya queda poco, salimos de Doñana y empezamos a atravesar las pedanías de Sanlucar, parada para comprar lotería y algún tornillo y continuamos. 

Después de Sanlucar poco que añadir hasta el camping de Rota, un carril bici que ciclamos a toda velocidad para rematar la faena de 93 kms a una media más que envidiable. Cervezas muy merecidas, y aparición de varios personajes de la fauna campista andaluza, entre ellos el padre borracho, o el gaditano ciclista, que defendía a capa y espada la depilación corporal y la bici de carretera, nos retiramos a la playa y montamos nuestra jaima, acierto 100% el llevarla con nosotros, buena siesta y vuelta al camping a jugar unas cuatrolas, unos “solancios” y tomarnos unos vinos. Después de una cena espectacular regada con vino de la tierra y un poco de charla nos “acostamos” con poco éxito, entre el calor, los mosquitos y los ronquidos de los vecinos dormimos apenas un par de horas, el despertador suena demasiado temprano, hay que salir ya.

El segundo día empezó mal, ya que nos perdimos y tuvimos que volver para encontrar el camino. Las pocas horas de sueño y las primeras horas oscuras nos bajaron un poco el ánimo hasta que llegamos al Puerto de Sta. María dónde paramos a desayunar y a echarnos cremita, que hay que cuidarse el body.  A partir del Puerto, la ruta mejora sustancialmente, atravesamos el paraje del Toruño hasta Puerto Real divisando los astilleros de Cádiz en la lejanía. Continuamos hacia Chiclana con la enorme suerte de tropezar con un grupo de ciclistas que seguía el mismo camino y que hicieron de guías por caminos que no se nos habría ocurrido coger, a buen ritmo y mejor compañía llegamos hasta la playa de la Barrosa de la mano de una guía excepcional, desde aquí continuamos solos llegando a las IMPRESIONANTES calas de Roche, seguimos hasta el faro de Roche donde divisamos nuestro fin de etapa: Conil. A la llegada el camping repostaje, comida y siesta de rigor y para la playa. Conil y sus playas, es un capítulo aparte, preguntarnos en privado. Vuelta al camping y tras unas copas en compañía femenina, nos vamos a la cama.


El tercer día decidimos comernos un día de ruta, hemos gastado más de lo previsto y las dos etapas que quedan son “cortas” asique el objetivo para hoy es llegar a Tarifa, una buena etapa. Atravesamos la playa de Conil hasta la del Palmar, el levante nos da los buenos días y avisa, nos metemos hacia el interior y se despide: “Hasta esta tarde amigos”. Cruzamos unos pinares bordeando el faro de Trafalgar hasta salir a Barbate, desayunamos y optimistas salimos hacia Zahara de los atunes, apenas 20 km que tardamos unas dos horas en completar, el levante, los pinchazos y la arena de playa nos frenan pero no nos detienen, nuestra tenacidad es mayor, atravesamos Zahara y la lujosa urbanización de Atlanterra, Cabrita no es precisamente. Llegamos al faro de Caraminal Y continuamos por unos caminos con cuestas, que ganas teníamos, hasta llegar a la espectacular playa de Bolonia, aguas heladas y cristalinas custodiadas por la famosa “duna de Bolonia”, por desgracia el Levante no da tregua ni para comer y nos obliga a seguir, subimos el único puerto de la ruta, suave y corto y continuamos ya por carretera, las cometas de kite surf nos dan la bienvenida a la tierra del viento: Al tarif, Tárifa. Hemos llegado.

Epílogo:

Cerrado el episodio ciclista, hay que añadir un capítulo más a esta historia. Tras una noche de mojitos, copas y paseos nocturnos por la playa tocaba regresar. El levante desde el camping hasta Tarifa parecía querer que ese día no llegásemos al pueblo, augurio de lo que pasaría a continuación, una vez en la estación desmontamos las bicis y colocamos todo lo mas ordenadito posible para meterlo en el autobús a Sevilla, cruzamos los dedos al verlo llegar, de nada sirve, no nos dejan meter cuatro bicis. El autobús se va. El próximo sale dentro de 3 horas, a las 16:00, hay que pensar otra opción, barajamos la idea de alquilar una furgoneta y Pablo y el Sherpa van a investigar, desgraciadamente no se puede devolver en Sevilla, la siguiente opción es mandar a uno de nosotros hasta Algeciras en un autobús con la esperanza de que regrese con una furgoneta lo suficientemente grande para meternos los cuatro, más las 4 bicis, desgraciadamente no hay furgonetas disponibles en Algeciras, además era un plan con algunas lagunas. Finalmente optamos por llamar a una compañía de mensajería para que viniera a por las bicis a la estación y las mandara directamente a Villafranca. Y con esto cerramos el capítulo de esta Transandalus modificada. Esperamos volver a cargar las alforjas pronto.









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