Más
vale tarde que nunca y como lo bueno se hace esperar por fin está aquí la
crónica del gran viaje que emprendieron a través del litoral gaditano estos
cuatro magníficos con sus inseparables compañeras de aluminio cargadas hasta
los topes, para que quede constancia de otra aventura llevada a cabo por
nuestro grupo MTB La Carrera. Aquí os dejamos un resumen de lo que pasó en esos
cuatro días:
Tras
una tarde ajetreada, llena de continuos cambios de decisión, dudas e
incertidumbres se montaron las bicis en los dos coches que nos llevarían hasta
el pueblo de Los Palacios y Villafranca, a 20 kms al sur de Sevilla, de una
Villafranca a otra, 170 kms de carreteras vacías y noche oscura solo
interrumpida por nuestro convoy ciclista camino a la perdición, porque también nos
perdimos, pero eso lo contaremos más adelante.
Llegamos,
todavía era de noche y comenzamos el silencioso ritual de desmontar las bicicletas
de los coches, equiparlas, equiparnos nosotros, comer algo, hidratarse y
estirar un poco. Dormidos, pero con ganas, empezamos a rodar, estamos fuera del
itinerario de la Transandalus y tenemos que recorrer unos kilómetros hasta
enlazar con ella, salimos del pueblo y empezamos a rodar por una pista recta y
plana en su definición más absoluta, nos compadecemos de los pobres ciclistas
de la zona, ¡Y nosotros nos quejamos de nuestros llanos!… entre cultivos de
regadío y nubes de voraces mosquitos avanzamos rápido, hasta que, por fin,
entre los eucaliptos y de repente, entra en la escena un rió majestuoso: el Guadalquivir,
nuestro inseparable compañero a nuestra derecha durante casi todo el resto del
día.
El camino nos regala otra visita, aunque más bien el regalo fuimos nosotros
para él, Manolo, ciclista de Dos Hermanas, que nos alcanza por detrás con peor
cara que piernas y deseando de encontrar compañía, nos cuenta que va a
Chipiona, que esta ruta la ha hecho un par de veces y nos confirma que al menos
hasta Sanlúcar nos esperan 50 km de lo mismo, llano y recta. Se nos hacen
amenos estos kilómetros, paramos a comer y nos despedimos de Manolo, no sabemos
si llegaría o no a su destino, esperemos que esté bien.
Seguimos
rodando por esta pista, que ya empieza a tocarnos los co..*#! tanta recta,
“Como tengo el fufi!” exclama el Presi, no era para menos, encima el sol empieza
a castigar, sin embargo la ruta es benévola y nos regala un tramo del parque
nacional de Doñana, el cambio en el paisaje (y el vino de la bota) aumenta
nuestro ánimo y fuerzas, además ya queda poco, salimos de Doñana y empezamos a
atravesar las pedanías de Sanlucar, parada para comprar lotería y algún
tornillo y continuamos.
Después de Sanlucar poco que añadir hasta el camping de
Rota, un carril bici que ciclamos a toda velocidad para rematar la faena de 93
kms a una media más que envidiable. Cervezas muy merecidas, y aparición de
varios personajes de la fauna campista andaluza, entre ellos el padre borracho,
o el gaditano ciclista, que defendía a capa y espada la depilación corporal y
la bici de carretera, nos retiramos a la playa y montamos nuestra jaima,
acierto 100% el llevarla con nosotros, buena siesta y vuelta al camping a jugar
unas cuatrolas, unos “solancios” y tomarnos unos vinos. Después de una cena
espectacular regada con vino de la tierra y un poco de charla nos “acostamos”
con poco éxito, entre el calor, los mosquitos y los ronquidos de los vecinos
dormimos apenas un par de horas, el despertador suena demasiado temprano, hay
que salir ya.
El
segundo día empezó mal, ya que nos perdimos y tuvimos que volver para encontrar
el camino. Las pocas horas de sueño y las primeras horas oscuras nos bajaron un
poco el ánimo hasta que llegamos al Puerto de Sta. María dónde paramos a desayunar
y a echarnos cremita, que hay que cuidarse el body. A partir del Puerto, la ruta mejora
sustancialmente, atravesamos el paraje del Toruño hasta Puerto Real divisando
los astilleros de Cádiz en la lejanía. Continuamos hacia Chiclana con la enorme
suerte de tropezar con un grupo de ciclistas que seguía el mismo camino y que
hicieron de guías por caminos que no se nos habría ocurrido coger, a buen ritmo
y mejor compañía llegamos hasta la playa de la Barrosa de la mano de una guía
excepcional, desde aquí continuamos solos llegando a las IMPRESIONANTES calas
de Roche, seguimos hasta el faro de Roche donde divisamos nuestro fin de etapa:
Conil. A la llegada el camping repostaje, comida y siesta de rigor y para la
playa. Conil y sus playas, es un capítulo aparte, preguntarnos en privado.
Vuelta al camping y tras unas copas en compañía femenina, nos vamos a la cama.
El
tercer día decidimos comernos un día de ruta, hemos gastado más de lo previsto
y las dos etapas que quedan son “cortas” asique el objetivo para hoy es llegar
a Tarifa, una buena etapa. Atravesamos la playa de Conil hasta la del Palmar,
el levante nos da los buenos días y avisa, nos metemos hacia el interior y se
despide: “Hasta esta tarde amigos”. Cruzamos unos pinares bordeando el faro de
Trafalgar hasta salir a Barbate, desayunamos y optimistas salimos hacia Zahara
de los atunes, apenas 20 km que tardamos unas dos horas en completar, el
levante, los pinchazos y la arena de playa nos frenan pero no nos detienen,
nuestra tenacidad es mayor, atravesamos Zahara y la lujosa urbanización de
Atlanterra, Cabrita no es precisamente. Llegamos al faro de Caraminal Y continuamos por
unos caminos con cuestas, que ganas teníamos, hasta llegar a la espectacular
playa de Bolonia, aguas heladas y cristalinas custodiadas por la famosa “duna
de Bolonia”, por desgracia el Levante no da tregua ni para comer y nos obliga a
seguir, subimos el único puerto de la ruta, suave y corto y continuamos ya por
carretera, las cometas de kite surf nos dan la bienvenida a la tierra del
viento: Al tarif, Tárifa. Hemos
llegado.
Epílogo:
Cerrado
el episodio ciclista, hay que añadir un capítulo más a esta historia. Tras una
noche de mojitos, copas y paseos nocturnos por la playa tocaba regresar. El
levante desde el camping hasta Tarifa parecía querer que ese día no llegásemos
al pueblo, augurio de lo que pasaría a continuación, una vez en la estación
desmontamos las bicis y colocamos todo lo mas ordenadito posible para meterlo
en el autobús a Sevilla, cruzamos los dedos al verlo llegar, de nada sirve, no
nos dejan meter cuatro bicis. El autobús se va. El próximo sale dentro de 3
horas, a las 16:00, hay que pensar otra opción, barajamos la idea de alquilar
una furgoneta y Pablo y el Sherpa van a investigar, desgraciadamente no se
puede devolver en Sevilla, la siguiente opción es mandar a uno de nosotros
hasta Algeciras en un autobús con la esperanza de que regrese con una furgoneta
lo suficientemente grande para meternos los cuatro, más las 4 bicis,
desgraciadamente no hay furgonetas disponibles en Algeciras, además era un plan
con algunas lagunas. Finalmente optamos por llamar a una compañía de mensajería
para que viniera a por las bicis a la estación y las mandara directamente a
Villafranca. Y con esto cerramos el capítulo de esta Transandalus modificada. Esperamos
volver a cargar las alforjas pronto.
buenísmima "fufi"!!estáis como un vergoncio
ResponderEliminar