jueves, 2 de enero de 2014

Rumbo al sur. Villafranca a Sevilla en MTB

El grupo MTB La Carrera volvió a colgarse las alforjas para otra nueva aventura cicloturista. En esta ocasión el viaje lo llevaron a cabo diez jinetes que partieron de Villafranca hacia Sevilla por la vía de la Plata, esta es su historia:


Frio, mucho frio, las manos y los pies se congelaban irremediablemte durante los primeros compases de la ruta por caminos aburridos ya  de sobra conocidos. Las averías no se hicieron esperar, cebándose especialmente con Petro, más concretamente con su rueda trasera, que pinchó hasta cinco (o seis?, o siete?) veces debido a una fisura en la cubierta. Las paradas para las reparaciones eran constantes, pero daba igual, había tiempo… y vino.

Seguimos por la pista que corre paralela a la autovía hasta prácticamente llegar a Calzadilla de los Barros, donde por fin enlazamos con la vía de la Plata y empezamos a rodar por caminos más entretenidos y desconocidos. Tras cerciorarnos de que no existe tienda de bicicletas en la pequeña Calzadilla, seguimos hasta Fuente de Cantos, donde compramos una nueva cubierta y nos avituallamos con algo de jamón y más vino. Es a partir de aquí donde la ruta mejora, después de “perdernos” y cruzar algunas palabras con sabios Fuentecanteños, “que si barbecho del sobrino por aquí que si barranco por allá” damos con las ansiadas flechas amarillas, que siempre nos señalaban a nosotros, por aquello de ir al revés, lo que era un inconveniente a la hora de seguir las indicaciones.  Empezamos a subir hacia Monesterio, primero surcando el páramo de la campiña sur y más tarde internándonos en la bella dehesa extremeña, donde encinas y alcornoques nos acompañan hasta llegar a la capital extremeña del jamón. Paramos para comer algo rápido y seguimos hacia nuestro destino, el Real de la Jara, tras una bajada trepidante, cruzamos por un sendero entre eucaliptos y llegamos al Culebrín. Aquí cogemos el camino que nos llevará hasta el Real, casi todo el rato en bajada suave menos un pequeño tramo de subida hacia el final de la etapa.

Llegamos al albergue. Ducha, rehidratación, algunos vídeos para abrir el apetito y una gran cena antes de acostarnos entre risas, ronquidos y más sonidos humanos de origen oscuro. 

Aún a oscuras sacamos las bicis del garaje del albergue, hace frio pero menos que el día antes. Empezamos a pedalear tratando de calentar las piernas, pronto volvemos a tener otra avería, en este caso en el casette de piñones de Juan, tuvimos suerte y no fue a más, porque si no está si hubiera sido de las graves. Subimos entre encinas pero volvemos a bajar por el mismo camino, nos habíamos saltado el “camino”, que de camino tenía poco, un poco de “andabike” para terminar de calentar y subi-baja por medio de la cerrada dehesa de Almadén, donde paramos a desayunar unos churros con vistas a la temida cuesta del Calvario, prueba definitiva de la etapa para ganar el maillot de montaña. Subir esta cuesta sin bajarse de la bici es un reto, hacen falta piernas, ruedas, y algún piñon de más que no todos tenemos. Solo uno de nosotros lo logra. (No te me enfades Abraham J)


Tras coronar este mini-puerto empezamos a bajar, esta es la mejor parte de toda la ruta, caminos bonitos y rápidos, paisaje espectacular, e incluso pudimos ver un grupo de venados que se cruzó en el camino apenas unos metros por delante nuestra. La llegada a Castilblanco la hacemos por carretera, donde el grupo se estira bastante, desde allí hasta Guillena por un sendero muy malo, aunque muy divertido, dónde nos cruzamos con bastantes peregrinos.

Desde Guillena a Sevilla la ruta se hace insufrible, siendo la parte más llana y fácil es también la más fea y monótona, después de salvar un barranco con aguas grises, cargando las bicicletas una a una en cadena humana, afrontamos una recta interminable que sube y baja y parece no tener final, remojada de rigor en el arroyo de los Molinos y continuamos dando pedales. Después de varios kilómetros de polígonos y pueblos, empiezan los agobios, no vamos muy sobrados de tiempo, son más de las cuatro y no hemos comido, por fin damos con la ruta y entramos en Sevilla, sin tiempo para parar, vamos directamente a la estación de Santa Justa, donde nos esperaba nuestro amable revisor para facilitarnos todo lo posible el acceso a los vagones con nuestras bicis, pero ese tema ya es otra historia. Más de 170 de kilómetros recorridos en dos días, rodeados de un paisaje único y una compañía inmejorable, esperamos volver a cargar pronto las alforjas.







2 comentarios:

  1. Muy buena cronica y con ganas de acompañaros en la proxima haber si hay suerte

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  2. Sin duda el que sea, se lo ha currado. Buen trabajo.

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